Para los expertos, las marcas blancas han dejado de ser la opción barata para pasar a tener entidad propia y ser un reclamo de compra. La marca blanca de las cadenas, conocida como marca de distribuidor, ya tiene entidad propia y es, para muchos, la mejor opción.
Durante el 2022, la marca de distribuidor continuó su ascenso de manera constante, logrando una participación del 46 % en las compras realizadas en supermercados, hipermercados y en línea. Esto representa un notable crecimiento de dos dígitos, con un aumento del 16 % en comparación con el año 2021, según el informe de NielsenIQ, “Tendencias recientes del gran consumo”. Esta realidad se da en España, pero también es común en toda Europa.
Obviamente, la inflación general y el aumento del precio de la cesta de la compra en concreto tienen mucho que ver. “La inflación ha generado una subida de precios, no solo para las marcas de fabricante (comerciales), sino también para las marcas blancas. Es evidente que en un contexto en el que esas marcas son más baratas, el precio final será, también, menor que el de las marcas de fabricante”, explica Juan Carlos Gázquez Abad, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Es posible que, en ese sentido, haya consumidores que hayan visto como el precio de sus marcas nacionales ‘de toda la vida’ se ha disparado hasta un punto que les ha obligado a probar otras opciones más económicas, como las marcas blancas”, añade.
Pero no solo eso, para las grandes cadenas, su marca blanca ya es un emblema de venta y comercial y no dejan de crecer. “El aumento de la importancia global de la marca de distribuidor en nuestro país se relaciona con un aumento de la cuota de mercado y la cuota en superficie de Mercadona y Lidl, cadenas denominadas ‘de surtido corto’, que priman la marca propia en sus surtidos”, afirma Gázquez Abad. Las grandes cadenas prefieren incrementar la venta y presencia de estas marcas porque fidelizan la visita de sus compradores, aumentan sus beneficios y les es más fácil la logística de existencias.
“Si la cadena X fideliza al cliente a su marca blanca, se asegura de que irá a comprar allí (ya que no hay marca blanca de esa cadena en otro sitio), sin embargo, si el cliente está fidelizado a una marca de fabricante, la cadena no se asegura la fidelidad de este, puesto que esa marca se vende en otras cadenas (incluso, en este caso, si la cadena se enfada con el fabricante y decide no vender esa marca en sus tiendas, el consumidor podría cambiar de establecimiento, al no encontrarla)”, puntualiza el profesor.
“Además, hay el tema económico, y es que las marcas propias suelen generar más beneficio que las marcas de fabricante. Y también que la marca propia facilita la gestión de existencias y de todo tipo de procesos, dado que es la cadena la que controla todo lo relacionado con la fabricación y comercialización de dicha marca (no pasa así con las marcas de fabricante, controladas por este último)”, añade Gázquez Abad.
Para el experto, el mejor posicionamiento de los últimos años se debe a la mejora de la marca blanca en cuanto a calidad, relación calidad-precio, elección de mejores proveedores, etc. “Esta ha dejado de ser una opción “barata” y se ha convertido en una marca “más”, normalmente más barata que las líderes, pero una marca más”, afirma Gázquez.
De hecho, algunos de ellos han conseguido convertirse en verdaderas revoluciones y se han hecho virales en ventas y en redes sociales.